El elorriarra Fernando Luis ubica en Escocia su segunda novela ‘El secreto de Kilchurn Castle’
I. Gorriti
Escribió Agatha Christie que “el mal nunca queda sin castigo, pero a veces el castigo es secreto”. Hoy nos ocupa otro secreto, un secreto ya a voces, la nueva y segunda novela de Fernando Luis Villar: El secreto de Kilchurn Castle.
El de Elorrio (30 de enero de 1975), como hizo en su anterior libro autoeditado ‘Tinta Roja’, vuelve a armarse de género policíaco y de misterio durante 204 páginas. Si el texto predecesor lo localizó en Inglaterra, en esta ocasión lo ha hecho en Escocia. «Curiosamente nunca he estado ni en uno ni en otro sitio, pero ya tengo ganas», explica.
Comenzó a novelar por el hecho de que «quien no tiene hijos tiene que buscarse algún hobby y yo me puse a escribir», valora y a continuación sorprende: «Yo escribo mis libros en mes y medio. Con papel y boli, me cuesta más tiempo pasarlos a ordenador», se ríe.
Su segunda edición presenta a dos detectives «a lo Sherlock Holmes» -califica- en la época victoriana tratando de resolver asesinatos. «es novela de acción, consecuencia, asesinato y con el objetivo de intentar coger al culpable».
Del medio millar de copias editadas, algunas ya han tomado caminos internacionales como Lieja, Argentina, Georgia, Inglaterra… Se puede comprar por internet, y también en dos comercios de Elorrio: en el estanco Duñabeitia y en Zuribeltz. La portada tiene un diseño que remite a los libros del famoso Stephen King. «Sí, mira, si él es Stephen King, yo soy el Stephen ‘Kinki‘ heavy de Elorrio», hace reír con el humor que le caracteriza.
La contraportada es una foto de la basílica de Elorrio. «La gente no mira para arriba y está frente a la estatua del errebonbillo», apunta y va más allá: «Esa calavera tiene una historia muy curiosa. Es a cuenta de un ladrón de Durango, Domingo de Trotiaga o algo así, sobre 1600. Robó en San Agustín y lo colgaron. En esa época el alcalde lo tenía que descuartizar y los curas lo metieron a la iglesia para enterrarlo en tierra sagrada. El pueblo trató de tirar la puerta y los curas abrieron la puerta y se sacó el cadáver y se puso esa calavera como advertencia de que quien hiciera algo de ese tipo acabaría así», explica este «curioso» de la historia. «Sí, curioso. En televisión, salvo Tele Cinco, puedes ver cualquier cosa. Me gustan canales como Discovery, muy interesante, o programas como Callejeros viajeros…»
Los dos libros se van vendiendo. «Con que le gusta a la gente vale. No ha llegado mi BMW; tengo mi 306 que mientras dure…», sonríe este miembro del club de tiro con arco de Zaldibar. El libro El secreto de Kilchurn Castle está dedicado a un amigo que murió en febrero, a la familia y amigos, pero a Guti, que era como un hermano… se lo merecía».