#MEMORIA · Fallece el gudari Antonio Izagirre del batallón Abellaneda a los 104 años
Iban Gorriti
Antonio Izagirre cumplió en febrero 104 años. El de Sodupe ha fallecido hoy. Era excombatiente del Eusko Gudarostea, del batallón Abellaneda. Este afiliado al PNV quizás era el soldado de mayor edad aún vivo del Ejército vasco de 1936 que presidió el lehendakari Jose Antonio Aguirre. Tanto él como dos hermanos más fueron gudaris. El funeral por su persona se oficiará el lunes con cuerpo presente en la iglesia San Pedro de la Quadra a las 19.30 horas.
Antonio Izagirre vino a la vida en Euskadi el 30 de enero de 1913. Hijo de Remigio Izagirre y de Presentación Perón. La madre murió cuando él tenía 6 años, y era el cuarto de diez hermanos. No llegó a conocer a todos. Las monjas de Sodupe fueron sus primeras maestras. Continuó estudios en la escuela pública hasta los 14 años.
· Trabajar con aita · Quería ir a trabajar con su padre a la fábrica, pero “me decían que si pasaba alguna inspección… era ilegal. Aunque el día que cumplí los catorce allí estuve en La Conchita, de tejido de yute”, explicaba a este diario. Cuando él hacía gala de 23 inviernos detonó la Guerra Civil de los golpistas españoles contra la II República y “¡allí fui a las milicias a defender Euzkadi!”, levanta la voz orgulloso. Siguió a sus hermanos Feliciano y Floren. A Santos, el benjamín, en cuanto cumplió 18 le fueron a buscar los autodenominados “nacionales y tuvo que marchar con ellos. Obligado”.
Antonio luchó con el batallón Abellaneda del PNV, según recordaba en Maroto, Otxandio y Markina-Xemein. “En Maroto fue donde peor lo pasé. Veíamos cómo del campo de aviación de Vitoria se levantaron aviones: 21 eran bombarderos grandes y 36 cazas que te quitaban del despegue hasta la boina de la cabeza. Teníamos a la aviación por aire, artillería por un costado e infantería por el otro”, daba testimonio.
En otra ocasión, cuando iban a bombardear Gernika, su unidad estaba saliendo del pueblo y se metieron en un túnel “para poder escaparnos de los aviones. Lo pasamos muy mal. ¡En la guerra no hubo un día bueno!”, narra.
· Ikurriña envuelta en el cuerpo · Un hermano de Antonio, Floren, también arriesgó su vida. “En los años difíciles, llegó a casa un día y traía una ikurriña envuelta en el cuerpo y dijo que iba a aparecer al día siguiente en lo alto del monte. Dejó a toda la familia temblando”, explican los Izagirre.
Junto con su hermano Santos y los afectos a los golpistas, Antonio fue trasladado a la Ciudadela de Iruñea y de allí a un Hospital Militar. “Era tremendo porque en el bando republicano estaban mis otros dos hermanos gudaris. Igual anduvimos a tiros entre hermanos, vete a saber… Cada uno trataba de salir vivo como podía. A mí me licenciaron un día de San Pedro”, recuerda y explica con suma atención. De regreso al hogar, tras estar también en la batalla de Teruel con los sublevados, se puso a buscar empleo y cuando estaba a punto de volver a La Conchita, donde ya había trabajado, le dio por reflexionar. “Se me ocurrió preguntar a ver cómo pagaban en la fábrica de Echevarria, en Kastrexana. Pues bien, en La Conchita el jornal era de siete pesetas y media, y en Kastrexana de nueve y media y te subían una peseta a los tres meses trabajando en ella. No dudé”.
Bautizado en San Vicente Mártir de Sodupe, décadas después contrajo matrimonio con Pilar González, de La Quadra quien tenía la casa donde ha vivido Antonio, un solar “de 500 años” -explica la familia-, con un cubeto de hacer txakolí en su portalón. Enrique González Gastaka, suegro del gudari, elaboraba ahí el caldo que tan popular se hizo “en los txakolís de Begoña”. Antonio y Pilar vivieron casados durante 63 años, hasta que ella falleció a los 87 años de edad. El matrimonio dio a luz a Enrique, Vicente y Loli. Hombre de ya 103 años, tiene una mente prodigiosa, extraordinaria y con un humor imperturbable. “Un médico me dijo a los 52 años que cuidado con mi espina dorsal y mira…”, hacía reír.
“Si volviera a nacer haría lo posible por jugar en el Athletic”
I. Gorriti
A este exsoldado del lehendakari Aguirre le hubiera gustado jugar en el Athletic. “Si volviera a nacer, haría lo posible por jugar en Lezama. Si alguien tenía ganas de jugar a fútbol y correr, ése era yo. Ya lo hacíamos entonces, y con menudas alpargatas. ¡Yo soy del Athletic de cabo a rabo!”, volvía a reírse.
Su otra pasión, mimado por su familia, ha sido la huerta. “No hay quien se lo pasara mejor que yo allí. La pena es que ya no puedo ir. Lo que Miguel Indurain era a la bici yo era a la azada”, bromeaba. Y pasaba a verse como un trabajador de doce horas diarias y con el gusto de vestir bien. “¡A mí me venían a casa a buscar para trabajar! Lo hacían porque sabían que iba a rendir bien. Yo sudaba lo que me pagaban. Y me gustaba ir al batzoki bien limpio y bien curioso”.
Nunca ha fumado. Lo intentó, pero desistió. “Dos veces encendí un puro y no me sentó bien. Me hizo daño y nunca volví a fumar”, agregaba. Decía que no tenía miedo a la muerte, “pero me da pena que esto se pueda acabar mientras me siento tan bien y estoy tan bien atendido. Soy de mucho humor y ganas de vivir”, agradecía.