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Mañana se oficiará el funeral por el entrañable gudari Jesús Uriarte Barrutia, de Izurtza, fallecido esta mañana

Iban Gorriti

· La despedida religiosa se oficiará mañana sábado a las cinco de la tarde en la parroquia San Nicolás de Bari

· Visitó con su unidad Gernika el día después de ser bombardeada la villa foral

Con la llegada de las primeras nieves, Jesús Uriarte Barrutia se despertaba esta mañana con su entrañable carisma en su caserío de Izurtza, a los pies del puerto de Urkiola. Lo hacía hablando que era de lo que más le gustaba del mundo. Compartir opiniones. Minutos después su voz se ha ido apagando y fallecía a los cien años de edad aquejado de un proceso gripal.

Jesus Uriarte Gudari IBAN GORRITI Memoria

Jesús Uriarte Barrutia en la cocina de su caserío de Izurtza. · PHOTO · Iban Gorriti

Uriarte saltó a los periódicos el año pasado, cuando tras casi un siglo de vida vivido le hicimos su primera entrevista ante un medio de comunicación. Resulta que él había sido soldado del primer Gobierno Provional Vasco presidido por José Antonio Aguirre. Con 99  años entonces recordaba a la grabadora en qué frentes luchó y cómo fue hecho esclavo de Franco pero no a qué batallón perteneció. Nunca sabremos si no lo recordaba o si nunca quiso decirlo.

Y es que Jesús Uriarte Barrutia (Dima, 1916) fue un gudari atípico. Él, vestido con una sonrisa cariñosa, lo sabía. Era inusual hasta el punto de que su familia, la que ha convivido con él a diario en el caserío Basterretxe de Izurtza, no tenía constancia de que había sido soldado del Eusko Gudarostea del lehendakari José Antonio Aguirre; sí que había estado en la guerra. Ni aún más: que dos de sus hermanos -Anastasio y Andrés- también lucharon contra los aliados golpistas, primero, y contra el franquismo más adelante.

Jesús era un casta. Su mente funcionaba como la de un estratega. Se le percibía listo. Atento. Denunciante. De hecho, decía que no le gusta que le llamaran gudari, porque «a mí me llevaron; yo no quería ir», agitaba las manos y justificaba que lo pasó tan mal que ha preferido no hablar de ello.

Sin embargo, diferentes búsquedas dieron fruto y, por suerte, su testimonio quedó escrito. La duda principal y capitel necesario para reconstruir su paso por los frentes de la guerra era saber a qué batallón del Ejército vasco perteneció. Uriarte nos aseguró que no lo sabía, y rió pícaro. Como dato es el único de los numerosos hasta hoy entrevistados que dice no recordarlo, a pesar de que su mente funciona como un reloj suizo.

gudari uriarte

Gracias a la Sociedad de Ciencias Aranzadi y a la Sabino Arana Fundazioa podemos disponer de algunos datos al respecto que arrojan algo, no mucha, luz. Su caso es enigmático. Es decir, de sus hermanos Anastasio y de Andrés Uriarte Barrutia -con los dos apellidos- hay datos que sitúan a ambos en el batallón Azkatasuna, el número 3 de ANV. Y con un solo apellido hay registrado un Andrés Uriarte del batallón Martiartu y un Anastasio Uriarte en el Gordexola.

De nuestro protagonista, Jesús Uriarte Barrutia, no hemos hallado dato alguno, lo que no significa que no haya. Aparece un Jesús Uriarte en el batallón Lenago il del EMB.

gudari

Día de homenaje a Uriarte en la plaza del Ayuntamiento de Izurtza junto a su familia.

Por los destinos que el dimatarra narraba, pudo formar parte como sus hermanos del Azkatasuna, que era unidad de zapadores de ANV y que estuvo en algunos de los lugares que más adelante cita. «Yo tenía 20 años, era zapador, me mandaban a hacer zanjas, trincheras… Al primer sitio que me llevaron fue a Mekoleta, Otxandio», evocó y descorchó su corazón: «¡Cada día de la guerra fue terrible! ¡Lo pasé muy mal! Viví el bombardeo de Dima y en Saibigain, que no es limpio como ahora, estaba lleno de zarzas, también creía que nos mataban. ¿Aguirre, decías antes? Aguirre y Franco vivirían muy bien; nosotros con la muerte al lado», movía la cabeza en horizontal quien ya con 12 años fue enviado a trabajar de criado a San Miguel, hoy suelo de Amorebieta-Etxano. «Hablando mal y pronto, las pasamos putas. De noche avanzábamos y por el día nos ganaban los que se llamaban nacionales», subrayaba.

Y de allí, a la resistencia histórica de los Intxorta, en Elgeta, y al barrio zornotzarra de San Antonio que conocía bien por su tiempo en San Miguel. «Desde allí vimos cómo los aviones pasaban por encima de Gernika de tres en tres el día del bombardeo. Esa noche nos llevaron a Gernika, que estaba hecha ascos, de pena, a ayudar. Lloros, miseria…».

Uriarte también estuvo presente en Sollube donde sufrió un accidente y tuvo que ser hospitalizado en Sondika. «Haciendo una zanja, un compañero me dio sin querer con el picachón en la espalda». Días después fue apresado por los fascistas «por la zona de Galdakao», situaba.

Le trasladaron a Santander, a la plaza de toros. «Me tuvieron tres días sin darme de comer». Entonces comenzó su paso por diferentes batallones de trabajadores, es decir, como esclavo de los fascistas. «Me metieron al fuerte de Santoña, pero no recuerdo si había presos famosos, como dices, solo sé que no nos dejaban ni asomarnos a la ventana porque te pegaban un tiro. Pena que no hice un diario, como un tal Isaías de Galdakao que lo apuntaba todo», lamentaba.

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Su próximo rumbo fue Aranda de Duero, Burgos. «Allí te mandaban a hacer cosas e íbamos el uno con solo una alpargata, el otro descalzo… Y nos dijeron que nos iban a llevar a Bilbao, como decían «a levantar Bilbao», pero acabé en Miranda de Ebro». De allí, a Zaragoza, de donde recuerda una anécdota: «Tuvimos un capitán franquista que en realiadd era republicano y nos trataba muy bien. Por la calle, los niños nos decían que dónde teníamos los cuernos y el rabo de diablos… por ser rojos, como nos decían. ¡Yo no era de nada! Nunca me ha interesado la política», levantaba el dedo índice derecho. «A mí me gusta estar tranquilo», se ríe y lamenta que en televisión los jóvenes ya no sepan quién fue el dictador Franco: «Mal vamos, pero que no se repita más, que no haya más guerras».

A continuación, Jesús explicaba que le iban a destinar a Canarias, pero acabó regresando a casa, a Dima. Más adelante llegaron sus dos hermanos también. El servicio militar lo tuvo que cumplir en Burgos. El hijo de Eusebia y Antonio, de Oba, y hermano también de Martina, Florencia y José Mari, contrajo matrimonio con Juana Arroitajauregi del caserío Basterretxe, de Izurtza, donde ha vivido hasta hoy. El pasado 12 de septiembre cumplió cien años y vivió el mejor homenaje que le podía rendir su ayuntamiento, su pueblo, su familia, su corazón.

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