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80 AÑOS DEL VIL 18 DE JULIO DE 1936 · Lasuen y Ortiz Alfau: «Los herederos de Franco siguen gobernando… o desgobernando»

Iban Gorriti

El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 puso a estos dos antifascistas en el filo de la vida. Ambos se salvaron de conocer la muerte por una orden de sus superiores. Cuatro días después de aquella sinrazón, de la que se cumplen mañana 80 años, dos aviadores asesinaron con bombas cargadas de odio a 61 inocentes en Otxandio.

En aquel marco, en la plaza Andikona, a Jon Lasuen -no fue nunca gudari; no tenía la edad- le mataron a su padre, dos hermanos y tres primos. El cordón umbilical familiar se cayó como a un recién nacido. Él mantuvo la vida porque su aitatxo le había enviado en ese momento a comprar el periódico Euzkadi.

El 19 de junio de 1937, Luis Ortiz Alfau también mantuvo las constantes vitales por un encargo. Formaba parte del área de transmisiones de su batallón, el Capitán Casero de Izquierda Republicana. Su superior le envió a llevar un mensaje. Partió del Casino de Artxanda donde se defendía la villa capitalina de Bilbao y que saltó por los aires minutos después. Aquel lugar, ocho décadas después, hoy es un espacio de memoria con la escultura conocida como La Huella.

Desde el alto se puede pasar revista a todo Bilbao. A escasos metros de la estatura del fundador Diego López de Haro abre hoy también sus puertas el café La Granja, local con solera y lustre «desde 1926», ilustra a los llegados con orgullo el encargado de barra.

Luis Ortiz de Alfau, de 99 años, espera en su interior con una copa y un periódico. Minutos después llega Jon Lasuen. Suma 95 calendarios. Se saludan con la amabilidad y saber estar que les distingue. Se conocen, pero se disponen a saber más el uno del otro para que su memoria en carne viva acabe siendo colectiva. El reencuentro es una  realidad.

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Luis Ortiz Alfau y Jon Lasuen en la cafetería La Granja de Bilbao. · PHOTOS · Iban Gorriti

La Granja, punto neurálgico bochero de vidas cruzadas durante 90 años. ¡Un clásico, como ustedes

Jon Lasuen: ¡Está igual! Yo vivo aquí desde hace 80 años y no ha cambiado en nada. Recuerdo también el café Nervión.

Lus Ortiz Alfau: En el Nervión yo conocí al famoso angelitos negros, a Machín. Y a Lorengar, Lorenza García. Iba con mi novia. Mi padre encargado de la tienda de tejidos Ricardo Bengoa. Soy nacido en la calle Hernani.

En el seno de una familia socialista.

L.O.A Sí. Mi padre era republicano. De Izquierda Republicana. En la calle Nueva donde ahora está el Amaya estaba la sede del partido.

J.L. Mi padre era secretario del Ayuntamiento de Otxandio. Familia del PNV. Yo era el segundo de siete hermanos. Tengo una hermana de 96 años…

L.O.A. Yo tengo otra de 96 que ha cumplido la semana pasada y otra de 91.

¿Cómo recuerdan aquellos días de legítima Segunda República?

L.O.A. ¡Se vivía con ilusión! Indalecio Prieto y Azaña subían al campo de Mallona y se hacía un mitin en el monumento a la liberación de Bilbao. Yo tenía 15 años. Íbamos.

J.L. Yo recuerdo el 14 de abril de 1931. Tenía para hacer diez años porque cumplo en noviembre. El maestro tenía el cuadro de Alfonso XIII.

L.O.A. El que tuvo que salir corriendo (Risas).

J.L. Quitó el cuadro, obligado y el hombre lloraba… Sus hijos también han sido maestros.

¿La ikurriña y la tricolor republicana española estaban presentes?

L.O.A. La republicana estaba de moda. Mi padre la había tenido guardada y con entusiasmo la sacó ese día. Lo de que se quemaron iglesias es mentira. Se quemaron cuando estalló la guerra por las barbaridades que se cometieron en ambos bandos.

J.L. La ikurriña estaba presente en Otxandio. Yo con 8 años ya iba al batzoki. Mi padre escribía en el periódico Euzkadi. Yo entonces fui a dos Alderdis Egunas en Ibaiondo y en Mendizorrotza.

En ambas familias ha habido escritores…

L.O.A. Sí. El mismo 18 de julio de 1936 mi hermano era locutor de Radio Bilbao. Hacía el periódico Alas con la Señorita Elena, muy famosa. Y Miguel Orio. Mi hermano era redactor del periódico deportivo Excelsior. Hacía la Vuelta al País Vasco.

Antes de llegar ahí. ¿Cómo era, por ejemplo, el día de vuestro cumpleaños en la República?

J.L. Nada. En vez de una onza de chocolate te daban dos.

L.O.A. Nada de cantar, ni regalar… nada. La gente era muy sencilla. No teníamos envidias de vecinos.

J.L. En el 34 vine a Bilbao. El bachiller en Maristas. Vivía una tía soltera en la plaza Santiago.

L.O.A. Yo en Berriotxoa, que ahora hay viviendas.

J.L. Frente a la cárcel de Larrinaga. Ahí vivo yo. Ahora se llama Garamendi.

¿Cómo era una boda: mujeres de negro y a primera hora?

L.O.A. Muy sencillas. Sí, igual a las 7 de la mañana y las comuniones.

J.L. La comida en casa.

¡Entonces comían pollo!

J.L. ¡Hombre! Oilaskoa!

L.O.A. Entonces solo en las bodas. Hoy es lo más barato.

Luis, luce el pin del Athletic…

J.L. ¡Uy! Y yo llevo 75 años de socio.

L.O.A. Yo tengo mucha historia del Athletic. Además de socio, era apoderado de Uralita S.A. Nos llamaron para cubrir de uralita el famoso arco de San Mamés. El aparejador tenía vértigo. Yo subí seis veces y se nos mató un montador en los 50.

Jon, jugó alguna vez en aquel San Mamés.

J.L. Una vez, en la final del trofeo del Hierro. Con el ‘Achuri Beti’.

L.O.A.  ¿Fuiste futbolista?

J.L. Y montañero y ciclista…

L.O.A. Mi padre en el Pagasarri tenía un refugio y cuando se inauguró la fuente del Tarín fue uno de los que plantó árboles.

Plantar árboles, escribir libros y tener hijos…

L.O.A. A mí me falta montar en globo, aunque esta Navidad vine conduciendo un avión, de copiloto.

¡Y Jon aún conduce su coche a los 95 años!

L.O.A. Tengo el carné hasta los cien años que los hago en unos meses. Pero ya no conduzco.

J.L. Yo sí. Voy en octubre a renovarlo.

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Se cumplen 80 años del 18 de julio. ¿Dónde estaban?

L.O.A. Tenía 17 años, estudiaba Radio y Televisión con un instituto Rosecrans de california, por correo. Y trabajaba en coloniales. Me despedí porque mi padre veraneaba en Cereceda, Oña, Burgos. Al estallar la guerra, mi padre cogió un autobús en la calle Ayala y en Gordexola ya lo pararon.

J.L. Yo estaba en Otxandio. Vino un txapelgorri y empezó a gritar viva nosequé… Entonces se comenzó a movilizar todo y vinieron los milicianos con escopetas, no había fusiles… y luego los de Garellano.

¿Dónde se fue a alistar?

L.O.A. Mi padre no estaba. Y yo fui a Izquierda Repúblicana. Con esas edades eres inconsciente, un equipo de fútbol de 17 años creen que se comen el mundo. Enseguida me di cuenta de que no podríamos triunfar.

J.L. El mismo día del bombardeo, tras seis parientes muertos, nos vinimos a Bilbao. Ya no entraba un duro en casa. Empecé a trabajar en el 37 en la calle Correo.

Pero antes, también ayudó llevando botijos de agua a los gudaris zapadores…

J.L. Sí, cuando estuve en Lezama. Iba hacia Erletxe. Luego me reclamó una tía de Urkiola.

Constituido el Gobierno Provisional de Euzkadi, ¿qué recuerdo guardan del lehendakari Aguirre?

L.O.A. Yo desfilé ante él, frente al Hotel Carlton. Yo era de Izquierda Republicana por mi padre, pero yo entonces estaba solo a mi chica, no afiliado, pensaba como él porque era mi padre. Le teníamos bien visto. Era el dueño de Chocolates Bilbainos, donde están las esclavas.

J.L. Tenía 14 años, pero se le tenía como muy valioso.

Batallones, imágenes de campos de concentración Gurs… Argeles… ¿Las imágenes de los refugiados de hoy en día son las mismas que aquellas?

L.O.A. ¡Sí! Yo paso mucha pena viéndolas. Por esas familias con sus niños y sus jerseicitos. Como gudari me han tocado cosas muy malas, pero he visto correr y llevar sus pertenencias con las vacas y el gato… Es muy parecido. ¡Las guerras son muy duras!

J.L. En Otxandio la mitad del pueblo se marchó. Por miedo. Somos conscientes de que es lo mismo. A mí me tocó. El 31 de marzo empezó la ofensiva, en cuatro caseríos echaron bombas incendiarias. Quemaron las casas. Por Anboto a Atxarte y a Durango. El 4 de abril entraron los fascistas a Otxandio. Me junté con dos amigos y nos fuimos a Bilbao por Dima. Y la gente iba con los colchones y todo hacia Igorre y en tranvía a Bilbao.

L.O.A. Es lamentable que en el siglo XXI pase. Muchos años he estado en silencio porque no era conversación agradable.

¿La posguerra fue peor que la guerra?

L.O.A. Para mí sí. Yo para entrar a trabajar en Uralita tuve que pagar a uno del Sindicato vertical 5.000 pesetas para que me echara el sello. Tuve que pedir dinero a medio Bilbao. Todos los trabajos me los negaban por ‘desafecto’. Me ofrecieron trabajar para llevar muertos… Era todo enchufes, daban estancos, loterías, bancos… los de Franco, gente inútil.

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Es actualidad que la uralita es cancerígena.

J.L. Sí, sí lo es.

L.O.A. Lo es. Yo estuve 35 años en Uralita, en Moyúa, esquina Ercilla, y aquí estoy. Debo ser excepcional…

Excepcionales, aunque ahora olvidadas, fueron las mujeres en la guerra. ¿Qué papel cumplieron?

L.O.A. Fueron las matriarcas las que sacaron adelante las familias. Merecen mérito.

Labor importante en sus redes de información en las cárceles…

L.O.A. Ayudaron mucho, pero a las que pillaban les cortaban el pelo al cero y les daban aceite de ricino… Los franquistas atacaban a las mujeres. Era un horror. Se les debe reconocer porque tienen un sexto sentido. Nosotros somos violentos: resolvemos las cosas sin pensarlo, pero ellas como preparaban la comida del día siguiente como podían, las ropas de los niños… Son más inteligentes para los futuros de las familias.

Jon, ¿recuerda a las emakumes del batzoki?

J.L. Era muy chaval. Estuve años sin volver porque no nos dejaban sin salvoconducto. Teníamos la casa y no podíamos ir.

¿Pasaron hambre?

J.L. Sí, yo iba a la calle nueva, a Auxilio Social, a unas lonjas. Daban de comer. No teníamos para comer, iba con mi hermana, igual un año. Yo cobraba 75 pesetas de recadista.

L.O.A. Yo, en el 43, cuando vine, no tenía trabajo. Una tía de mi mujer de Balmaseda, de La Robla, Máxima, iba gratis en el tren y se dedicaba al estraperlo. Varios días fui a ayudarle.

Tengo entendido que en ambas familias había sastres.

L.O.A. Mi abuelo vivía en La Laguna de Las Cortes, era sastre, cortador. Trabajaba en Moronati.

J.L. Yo también era cortador, en una sastrería de la calle Correo.

Jon, ¿cómo vivía el euskera en plena dictadura española?

J.L. A mi hermana le cortaron el pelo y tuvo que beber aceite de ricino por hablar en euskera. Yo hasta los 6 años, la doctrina, hacíamos en euskera. Fui monaguillo. Al ir a la escuela es cuando aprendí castellano. Nadie lo sabía salvo por ejemplo mi padre por estar en el Ayuntamiento. El 1 de octubre del 34 al venir yo no sabía rezar en castellano.

L.O.A. En Bilbao no se hablaba nada, cero, de euskera.

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¿Participaron en huelgas más adelante?

L.O.A. Yo sí, pero de forma clandestina, sin que lo supieran en mi barrio.

¿En 1977, los pactos de la Moncloa se dejó vía libre a quienes desgobiernan en Madrid?

L.O.A. Sí. Se hizo mal. Y hoy los nietos, los jueces viejos y la Iglesia siguen gobernando. Son los mismos.

¿Cuando nace ETA se ve con buenos ojos?

L.O.A. ¡Sí!

J.L. Sí, además eran conocidos.

L.O.A. Los inicios sí. Conmigo trabajaba un tal Renteria. Lo detuvieron por haber volado una torre de electricidad. Yo insistí en Madrid para que le readmitieran. Entonces todavía nos parecía bien lo que hacía ETA. Cuando comenzó a matar gente, ya no.

Las encuestas dicen que los jóvenes ya no saben quién fue Franco y la televisión le presenta con imágenes tiernas con sus nietos…

L.O.A. Jordi Évole le dije que es lamentable que no se sepa nada de la Guerra Civil, ni los de mediana edad. Hasta en los libros de texto les han contado lo interesado y las iglesias por Dios y por España.

J.L. Franco no era todo. Había muchos Francos aquí mismo en Bilbao.

L.O.A. Todavía gobiernan o… desgobiernan.

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