El refugio clandestino del elorriarra José Antonio Ardanza, a la postre Lehendakari, y de otros en el seminario de Euba
Iban Gorriti
En los años 60, el colegio pasionista de Euba-Orue se convirtió en casa-refugio clandestina para personas de la resistencia antifranquista, caso de algunos miembros de Euzko Gaztedi (EGI), entre ellos, quien acabaría siendo lehendakari José Antonio Ardanza. Este año se cumple el 60 aniversario de este «farallón contra el franquismo», como lo denominaron algunos. El inicio de las actividades académicas se dieron el 14 de septiembre de 1956.
La conocida como casa de estudios de Euba -aunque realmente es el barrio San Miguel- ha pasado por tres etapas sucesivas: Seminario (56-69); Colegio San Gabriel (69-81); Lauaxeta Ikastola (hasta la fecha). La casa pasionista enclavada en Orue ha constado de dos partes: edificio en la parte alta, y la casa conventual en la baja. Los refugiados nunca se mezclaron con la parte educativa y residían en el convento, caso de Ardanza, y en el caserío de los criados y los animales, caso de los hermanos Arrarte.
· La policía · El rector de la casa lo era también de estudios: entre 1963-66 al cargo de Damián Aldai, quien recibió a Ardanza a principios de 1965 en la parte conventual. Contextualiza Ardanza: «La caída de la dirección de EGI se produjo en 1965», rememora y cómo estando en una clase de Derecho, se le acercó una joven de la Universidad y le dijo al oído «que la policía me buscaba y que debía irme y esconderme».
Deambuló por Bilbao y fue a Elorrio, a casa. De allí también tuvo que huir con una «ama, agur, ikusi arte!». Se encontró con su novia y se despidió. Volvió a Bilbao y durmió «en una chabola» con un matrimonio del PCE. Gracias a un primo pasionista, «me trasladé al seminario de Euba, donde viví otra larga temporada», detalla en su libro ‘Pasión por Euskadi’ y partió a Iparralde.
Gregorio Arrien es uno de los organizadores de los actos por el 60 aniversario del colegio. A él, Ardanza le relató que ocupó una habitación del seminario y que tenía una ventana desde la que veía Aramotz y la carretera N-634 entre Durango y Bilbao. «Solo tenía contacto conmigo el rector, Damián que había estudiado de niño con mi padre», agradece y va más allá: «Supo combinar la discreción, nunca me hacía preguntas comprometidas, con un enorme cariño y afecto».
· Busca y captura · Todo iba a la perfección hasta que bajó un día a misa y aunque se escondía para ir a comulgar, le vieron unos vecinos de Elorrio que le reconocieron. El padre Damián tuvo noticia de aquello, y debido a que Ardanza estaba en busca y captura, debió abandonar el refugio. «A compañeros míos les tocó vivir situaciones similares. EGI no volvió a reorganizarse y algunos comenzaron a militar en otras filas», concluye.
Peru Ajuria también estuvo refugiado allí en dos ocasiones, en los meses de finales de 1959. «Su protector fue Julián Gerrikagoitia», apostilla Arrien. Por su parte, el sacerdote secular Juan María Arregi, también fue acogido en el «farallón antifranquista». «Acababa de regresar de Francia y estaba sujeto a juicio militar en la cárcel de Basauri». Salió en 1973, tras medio año de estancia.
Los hermanos Arrarte, Mikel e Iñaki, también buscaron cobijo en la casa de San Miguel. «Ambos éramos txistularis y del grupo de danzas Txinpartak», evocan. Vivían en Deusto. «Los hechos y actividades en las que tomábamos parte eran simples: propaganda, ikurriñas, pintadas, proselitismo, manifestaciones, fundar un grupo vasco o una organización clandestina desarrolladas, eso sí, en la época más dura de la dictadura franquista».
· Un País en lucha · Pasaron dos días en el refugio pasionista. «Esa actividad -la otra sería la violenta- puede parecernos hoy insignificante, pero era absolutamente imprescindible realizarla, si de verdad se quería mantener viva la llama de la esperanza de un País en lucha, a pesar de saber que por la mera sospecha de ejercerla, seríamos perseguidos, torturados, encarcelados o, a fin de evitar la desarticulación total de la organización, obligados a marcharnos al exilio».
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