QUIQUE GONZÁLEZ · “En este disco soy menos narrativo»
Andrés Portero
· El madrileño residente en Cantabria edita su décimo disco, ‘Me mata si me necesitas’, que firma mañana sábado en Power Records de Bilbao y presentará en la capital vizcaina el 12 y el 13 de mayo con Los Detectives
Aunque tú no lo sepas, Salitre, Pequeño rock & roll, Vidas cruzadas, Polvo en el aire… Son muchas las canciones que Quique González ha convertido ya en parte de la vida de miles de aficionados al rock de autor en castellano con la vista puesta en la iconografía sentimental estadounidense.
Todo sensibilidad y emoción, González acaba de publicar su décimo disco, Me mata si me necesitas (Varsovia Ediciones), en el que sigue combinando lo acústico y eléctrico en un álbum ligado a sus vivencias recientes, entre “la tragedia y la celebración de la vida”. El madrileño perdido en un pequeño pueblo cántabro pasará por la tienda Power Records de Bilbao este sábado. Las entradas para su concierto en el Kafe Antzokia, el 13 de mayo, se han agotado ya y, por ello, actuará también el día 12.
A la tercera decidió no ir a Nashville a grabar.
Quería hacer algo distinto a hacerlo allí, que fue como un máster, y sonar diferente. Estaba a gusto con mi banda actual, Los Detectives, y apetecía cerrar el círculo grabando y saliendo de nuevo a la carretera con ellos. Se ganan y pierdes cosas pero mereció la pena.
En Nashville grabó con grandes músicos que luego no estaban en los conciertos.
Claro, ahora es más sencillo al haber colaborado los músicos en el proceso. Y han influido en el disco porque hay más tiempo para preparar las canciones y la propia convivencia y el cariño, y su gran talento, se traduce en la música.
Lo primero que canta es “lo escribes y lo rompes, no sabes ni por dónde empezar”.
Esa canción abre el disco a vista de pájaro, es como un trailer. Me gusta escribir sobre mi oficio y Detectives habla de él y presenta el repertorio.
¿Se ve como un detective, vigilando y persiguiendo las musas?
Sí soy observador y, a veces, algo justiciero. Viene de mi pasión por la novela y el cine negro, que me lleva a colorear las canciones con esa estética. No leo novela negra del norte de Europa, soy más de clásicos. De los nuevos leo a John Conolly, a quien le gusta mucho la música también.
¿Le ha costado componer estos temas? Habla del “festival de los torpes”.
No, es más disparado y escupido que otros discos, y me quité de encima las canciones en un proceso fluido aunque muy trabajado. No tengo método para escribir, me dejo llevar por la emoción y las intuiciones y estar a gusto con la banda y si te suceden cosas, resulta inspirador. Eso fue clave.
¿Ha trabajado más con guitarra o piano?
Casi todo con guitarra pero salté al piano para ver diferencias.
Le sigue dando más importancia a las letras que a la música ¿no?
Sí. Es que te identifican y comprometen más. Lo importante es tener cosas que contar.
Y lo hace de forma más cruda, menos críptica que otras veces.
Sí, igual es más directo y menos disperso que otros discos. Pero no es algo que piense, no hay intención previa de crear más misterio o grasa.
“No puedes verlo sin dolor”, canta. A pesar de una relación sentimental larga rota y de la muerte de su padre, suena esperanzado.
“Seguir esquivando las balas”, canto también porque la vida es un ejercicio de resistencia. Y en mi oficio, más. Las canciones nos reflejan y, por ello, basculo entre la tragedia inminente y la celebración de la vida. A veces, ambos sentimientos se cruzan. Me ha pasado en este último año y medio.
Disco introspectivo entonces, con poco de crónica externa.
Me gustaría pensar que a veces soy observador y otras miro hacia adentro, pero la media tira a lo segundo. En este disco soy menos narrativo, sí.
En lo musical es un disco continuista pero integra mejor que nunca lo acústico y lo eléctrico.
Me gustaría pensar que sí. Por romanticismo creo en una cara A y B, y en la mezcla de pianos y guitarras eléctricas con mandolinas y violines. El fin era sonar compacto y me gusta mezclar.
En ‘Relámpago’ rockea con ganas.
Sí, es un tema juvenil, el ver el rock´n´roll con 18 años, con un amigo, en un coche y saliendo a buscar otros horizontes. Tiene un punto Springsteen, sobre todo por el piano.
En ‘Sangre en el marcador’ habla ya de madurez.
Al cumplir cierta edad tienes más arañazos en tu vida y has perdido ya gente. Eso te hace pensar cómo gestionar ese dolor.
Y en ‘Cerdeña’ que hay “música por encima de la música”.
Para mí la música es uno de los mayores placeres del mundo y cuando te sientes atropellado por el amor es una forma de tocar el cielo. Ahí, la propia vida es música y suena más alto y mejor que la propia música.
¿Qué me dice del dueto que realiza en ‘Charo’?
Canto con Carolina Morgan, a quien no conocía. Llegó de rebote y lo ha hecho muy creíble. Es como cuando cantan Steve Earle y Lucinda Williams, que no suena empalagoso, sino como un diálogo. Fue un reto, una canción de carretera.
Y si el CD incluye una canción especial es ‘La casa de mis padres’.
Ha sido duro escribirla y grabarla. Quería establecer un diálogo entre un padre y un hijo, como si fuera una carta de despedida. Supongo que me va a temblar el labio a la hora de cantarla sobre los escenarios.
“Vivo en un país enfermo”, canta. Esos versos siguen el rastro de ‘Dónde está el dinero’, canción de su disco anterior.
Sí, al igual que la canción puente entre los dos últimos discos, Clase media, que se ha quedado fuera porque quería empezar de cero.
También le canta a “volar con mis propias alas”. Le está saliendo bien la jugada de dar la espalda a las multinacionales.
Tengo mucha suerte con la gente que trabaja mis discos. He hecho mi camino siempre, independientemente de las circunstancias del momento, estuviera con una compañía o no. Hay que jugar con las cartas que da la vida. Ahora me centro más en la música, no vivo peleado ni luchando contra las corporaciones.
¿Se ve un músico indie o independiente?
La independencia tiene que ver con el respeto a uno mismo, a las canciones y a mis decisiones. A las motivaciones más artísticas que económicas.