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MEMORIA VASCA · El sueño cumplido de la familia de José Sagarna, cura fusilado por los fascistas en 1936

Iban Gorriti

La iglesia republicana vasca también fue carne de paredón de los militares españoles golpistas de 1936. Así, en las primeras ráfagas de la Guerra Civil acabaron con la vida de sacerdotes como Martín Lekuona, Gervasio Albizu, José Ariztimuño ‘Aitzol’, Alejandro Mendikute, José Adarraga, José Arin, José Iturri, Aniceto Eguren, José Markiegi, Leonardo Guridi, José Sagarna, José Peñagarikano, Celestino Onaindia, así como los padres Lupo, José Otano y Román Urtiaga.

De muchos de ellos, no se tiene conocimiento de dónde descansan sus restos. En el caso del citado José Sagarna Uriarte (Zeanuri, 1911 – Xemein, 1936), sí. Tras su fusilamiento, sin juicio previo, se enterraron en el austero camposanto de Larruskain. 79 años después, desde finales de diciembre ya comparten terreno con sus familiares, como estos último soñaron toda la vida, en su localidad natal, en Zeanuri. En próximas fechas, la familia ha solicitado al párroco local, Jose Mari Kortazar, que oficie una misa-funeral que «dignifique su figura», valora su sobrina Mertxe Sagarna.

jose sagarna ZEAnuri

Este sacerdote fusilado a los 24 años por los a la postre franquistas tuvo diez hermanos más, nacidos del matrimonio compuesto por Encarna Uriarte y Félix Sagarna, de la casa conocida como Sastrena. Algunos de aquellos hermanos se hicieron gudaris. «Fue una familia muy machacada por los franquistas por ser nacionalista», lamenta Mertxe quien evoca que «tuvieron que pasar siete años para que amama recuperara en casa a sus hijos gudaris, porque el uno estaba en Cádiz, el otro en Santoña… y el tío José, fusilado».

· Primera misa en 1935 · El sacerdote dio su primera misa en 1935 y enviado a la parroquia de Larruskain, perteneciente entonces a Xemein. Sagarna daba doctrina a los niños y visitaba a ancianos y enfermos. El arrendador del barrio, Manuel Altzibararetxuluaga no estaba a gusto con el joven cura. El rumor del pueblo era que este hombre tenía una relación extramatrimonial con la maestra del lugar. El joven en sus misas trataba el tema de la inconveniencia de este tipo de relaciones sin dar nombres.

Poco tiempo después, en 1936, lo pusieron a cargo de la parroquia de Berriatua. Al estallar la guerra, el párroco de Larruskain huyó y Sagarna decidió volver el 17 de octubre creyendo que no le ocurriría nada. Sin embargo, dos días después fue detenido, y lo llevaron al puesto de mando de los fascitas al caserío Mandiola Goikoa Altzibararetxuluaga le había denunciado como «abertzale radical».

sagarna zeanuri

PHOTO · Arratiako Eliza

El 20 de octubre lo llevaron frente al caserío Amulategi, ya que pidió ser fusilado mirando a la iglesia de Larruskain. Antes del fusilamiento, relataban testigos, que perdonó a sus verdugos, sus palabras fueron «estad tranquilos vosotros no tenéis la culpa, pero apuntad bien». Una vez abatido fue envuelto en una manta y llevado al cementerio de Larruskain, para que fuese enterrado. «Le fusilaron atado a un árbol y guardamos las cuerdas de sus manos», agrega Mertxe.

· Testigo · Un vecino que fue testigo de todo colocaba cada año una estaca de madera donde fue fusilado Sagarna.»El árbol al que le ataron era un manzano, y dicen que se secó por un rayo. Sin embargo, pasado un tiempo el árbol se puso en pie, no había muerto del todo y la gente de la zona comenzó a hacer peregrinación y los mandatarios franquistas les ponían multas».

Las personas mayores de la familia siempre quisieron que sus restos descansaran en Zeanuri, en el panteón familiar. «En casa, toda la vida se ha hablado de esto. Solíamos ir todos los años a Larruskain, a pesar del franquismo», explican. Además, la hermana de Metxe, Izaskun Sagarna, ha sido alcaldesa y concejala de Zeanuri (PNV) y, por ello, no querían hacer este entierro mientras ella estuviera en el Ayuntamiento.

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PHOTO · Arratiako Eliza

A día de hoy, y tras no numerosos trámites porque Sagarna no aparecía como fallecido, los restos del cura fusilado comparten lugar con los suyos que nunca se olvidaron de él. «Ander Manterola recibió los restos y descansaron una noche en el altar de la parroquia al alba. Hicimos una misa al día siguiente con los más allegados y se enterró la caja de zinc en nuestro terreno cerrado». Lo próximo será la misa-funeral para «dignificar su figura», como en 2009 ya hicieron los obispos vascos en Gasteiz con un réquiem conjunto a aquellos clérigos vascos -entre ellos Sagarna- asesinados por los golpistas de 1936.

 

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