DISCOS · ‘Aurri gara’, de Izaki Gardenak’ · Sensibilidad extrema americanista con episodios british; ‘americana’, no
Iban Gorriti
Uno de los discos del año. De tal modo han asentido con la cabeza y cabeceras diferentes medios de comunicación especializados y otros que no lo son. En uno de los casos, incluso, la banda que lidera Jon Basaguren ha sido agasajada como mejor disco del Estado del género musical americana.
‘Aurri gara’ es inspiración euskaldun, un conjunto de canciones pop -ese es su universo- que ha alineado planetas alambicados con gusto. Es decir, americana como tal no es. La americana es un género musical de tradición extremadamente purista de Estados Unidos, algo así como una mezcla entre country primigenio con folk ancestral, una etiqueta que ha llegado al Estado -eso sí es cierto- con otro velo, alternativo, el que a nuestro humilde juicio engaña o enturbia el propio calificativo.
De hecho, se ha creado un halo de que el sonido de estos seres transparentes es puramente americanista y si alertamos, ponemos a analizar, a todos los radares del cerebro veremos que no. Aún menos en directo. ¿Quién dice que en el disco no hay sonidos que remiten a históricos ingleses como Oasis -en ocasiones incluso en la voz- o más actuales Coldplay?
¿No será que el paso fugaz del músico Joseba B. Lenoir ha empujado a críticos a ver -ver más que escuchar- una mayor aproximación al sonido made in USA del que realmente brilla en este larga duración? ¿Escucha Basaguren más a Clem Snide, Lucinda Williams, Ray Lamontagne, Damien Jurado o Denison Witmer que a otros grupos de pop de otras latitudes? Habría que preguntárselo. Y vamos más allá en nuestro discurso de hoy: abogamos por algo que nadie dirá ni quizás haya pensado: la preciosa ‘Baleak’ -tema que abre el disco- podría tocarse en directo a modo reggae alternativo con los coros de las históricas I Threes (plus que siempre borda Libe García de Kortazar desde sus teclados y que en esta ocasión recuerda a aquellas coristas de Bob Marley). Pero dejémoslo como un apunte curioso o casualidad; más que algo intencionado.
La ballena varada de Izaki Gardenak es una joya de composición desde la voz del frontman, desde la sentida, melancólica, dolida y tímida garganta. Jon Basaguren tiene sello personal: en directo es algo así como una persona que disfruta hasta lo más sensible de su esencia ante un atardecer y lo hace con los ojos… cerrados. Pasa más tiempo sobre el escenario con los párpados caídos que abiertos, como hibernando.
De ahí, quizás, el título de la segunda canción y, como en concierto, hasta que llega a derretirse perdido por el paso del tiempo. Se dice que la segunda canción de un cedé -en vinilo y casette era distinto- tiene que ser mejor que la primera y en este caso se cumple o están a la par. Lo curioso es que tras la ya conocida ‘Hibernazioa’, con falsete british incluido -otro detalle- llega otro gran tema como es ‘Horma eta haizea’ que con un poco más de navarrismo podría ser obra de Balerdi Balerdi o sartenazos guitarreros de Neil Young.
A diferencia de su trabajo anterior, Izaki Gardenak enfoca un disco no solo con unos estribillos más dulces, sino con unas estrofas más directas, como si el compositor quisiera desnudarse musicalmente y poner mar de fondo, bosque, en sus letras poéticas logrando más que mensajes sensaciones de sentir los acantilados de aquellas ballenas, los vientos y paredes que amplifica.
Todo en el disco empasta, nada chirría. Hay espacio para cada instrumento. No hay prisa. Ningún elemento destaca porque cada instrumentista aporta lo necesario, algo que quizás en directo se nota menos, a pesar por ejemplo de los incontables pedales que lleva el guitarrista, Eneko Zabalza, músico que desde el pasado fin de semana no seguirá en la banda, como el batería, Arkaitz Ezkai y el bajista, Eneko Leza.
Arkaitz viene de Arima Sutan y actualmente toca en The Icer Company (muy recomendables) y en Virenque (otro tanto). Eneko Leza tiene sus orígenes en Khous y ahora en Virenque. Eneko Zabalza también formó parte de Arima Sutan y ahora en Virenque, banda esta última que remite a The Unfinished Sympathy, Bullit, Nothink o Minor Empires. La banda al completo ha realizado una labor encomiable en el disco como en directo.
Continuando con el disco, ‘Errepide’ se escucha una vez más con ese misterio melancólico, como un sueño sin final por despertarte; ‘Urpekontziak’ es extremadamente frágil, americanista, con colchón de teclados contrapuestos.
‘Piztiek somatu gaituzte’ es respirar, es calidad, podría ser un estribillo a reivindicar en Euskal Herria. Aunque vocalmente en la diáspora, sería interesante escuchar esta tonada en boca de Ruper Ordorika, a quien tiempos atrás versionaba Basaguren (‘Ene Begiek’, donde esforzaba su timbre vocal y rompía, lo hoy no creíble).
El disco avanza con Libe y la voz de Jon en la dolorosa ‘Aurri gara’. Trabajo de precisión de batería y bajo. Sentimiento. Y coros finales que tampoco remiten a americana, sino a costas británicas o irlandesas, a acantilados, de nuevo, que se llevan las voces, los mensajes en botella.
La canción oscura de la rodaja láser es ‘Banpiroen hiria’, de voces dobladas. Saturación de guitarra en segundo plano y teclados góticos. Clausura el galardonado disco ‘Itzalak zutik’, quizás en la única canción que hay seis cuerdas con poso de steel gitar, tan utilizado en la americana -maticemos, alternativa- que tan en boga está y que en ‘Aurri gara’ no fluye. En esta también, hay una referencia a Inglaterra, hay un teclado que es The Cure -con melodía a lo ‘Pictures of you’ o ‘Lovesong’-, quizás Libe tenga sus referencias musicales asentadas más en las islas británicas que al otro lado del Atlántico.
Tras verles en concierto, recuerdo que comentamos a un amigo que si Itoiz -a quienes no se parecen en nada-, hubieran continuado a día de hoy, quizás sonarían a Izaki Gardenak. Eso sí, JC Pérez y Jon Basaguren tienen algo que les une: inspiración.
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