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MEMORIA · Aspiazu, aquel taquillero de la sala Bataclan de París

I. Gorriti

· El secretario del lehendakari Leizaola, José María Aspiazu, fue portero del histórico teatro en el que el pasado viernes 13 yihadistas mataron a 89 inocentes

Viernes 13. Noviembre. El mundo entero tuvo noticia del terror sufrido en la sala Bataclan de París en la que yihadistas acabaron con la vida de al menos 89 personas mientras el grupo Eagles Of Death Metal estaba dando un concierto ante 1.500 personas.

En aquel histórico local de espectáculos que data de 1864 trabajó el siglo pasado uno de esos nombres propios vascos a reivindicar que se pierden en los anales de la historia, invisibles incluso en la letra pequeña. Es el caso de José María Aspiazu, secretario del lehendakari Leizaola y que conoció bien a José Antonio Aguirre.

Quien fue gudari del batallón Otxandiano mejoraba su sueldo de la Delegación del Gobierno vasco del número 16 de la Rue Singer en el ‘arrondisement’ XVI con su labor como taquillero y portero de aquella sala que hace referencia a ‘Ba-ta-clan’, título de una opereta ‘chinesca’ de Jacques Offenbach, de ahí su forma de pagoda asiática. El 11 de marzo de 1991 recibió la catalogación de monumento histórico de Francia. «Cuando el viernes oí el nombre del Bataclán me acordé de Aspiazu, vasco exiliado que los fines de semana era el taquillero del Bataclán para redondearse el sueldo. Es la otra historia de exilio y de la política», comunica el jeltzale Iñaki Anasagasti.

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José Mari Aspiazu. · PHOTO · Revista Euzkadi / Sabino Arana Fundazioa

Por su parte, el vicelehendakari de Ardanza, Jon Azua, también echa la vista atrás y sitúa a Aspiazu en la entrada del Bataclan. «Efectivamente. Cuando José Mari me contaba sus historias me lo imaginaba disfrutando de un cabaret sufriendo con sus propios principios y, de alguna forma, pensando en cómo ‘horrorizar’ al lehendakari Leizaola contándole lo que veía en la taquilla y en la trastienda», sonríe Azua.

Este bilbaino asegura que tuvo la suerte, como otros muchos, de conocer y convivir con estos «verdaderos ejemplos de compromiso con Euskadi, no podemos sino poner en valor su vida».

· Puchero de lentejas · Azua conoció a Aspiazu en la capital francesa que, por desgracia, estos días es actualidad por crónicas negras. «Le visité acompañando a aita en varias ocasiones. Me escribía con él y le hacía llegar alguna contribución desde México y Euskadi. También le visité con pena y admiración en su pensión en Bilbao, con un puchero de lentejas que preparaba para toda la semana como único alimento mientras se hacía cargo del embrión del CGV en la hoy Aranzadi y antigua “banderas de Vizcaya”. Hasta su muerte en Matía ( Donostia) tuve oportunidad de visitarle. Esas son vidas que no podemos olvidar y que debemos destacar», subraya.

Pero, se preguntará el lector: ¿Quién fue José María Aspiazu? Antes de estallar la Guerra Civil española era funcionario del Ministerio de Agricultura y trabajaba en el servicio agronómico de Bizkaia. Ya en días de contienda, comenzó a trabajar en el Gobierno civil, destinado a Gobernación, donde actuó como secretario del jefe de la Policía. Lo narraba en primer persona en la revista Euzkadi. «No quise permanecer en la retaguardia y me alisté, destinado a Sanidad. Salí al frente con el batallón Otxandiano», evocaba.

· Esclavo de Franco · Hecho prisionero, le destinaron a la prisión de Burgos. Fue juzgado y sentenciado a muerte. Le enviaron a Palencia donde formó parte del batallón de trabajadores -es decir, esclavo de Franco- número 18. Tras su paso obligado por Guadalajara consiguió escaparse del bando fascista y llegó a Francia el 4 de enero de 1940. «Después de serias dificultades , trabajé en el arsenal de Tarbes como mecánico especialista», aportaba. Sin embargo, con la ocupación nazi le ingresaron en el campo de concentración de Gurs y tras pasar por otros, acabó en Argeles y Mer. Y de allí a Brest, donde trabajó en labase submarina alemana. En Chesburgo se volvió a fugar. Regresó a Brest y comenzó a trabajar en una mina. En Baiona, en el fuerte Montbarei.

Bataclan,_Paris_6_April_2008

Al comenzar la retirada nazi, el consejero de Hacienda del Gobierno de Euskadi, Heliodoro La Torre le requirió para incorporarse voluntario a la Brigada Vasca. «Fui a Burdeos e ingresé en el batallón», agregaba. Al acabar la guerra recibió orden de ir a trabajar en París, en la Delegación del Gobierno vasco. «Lo hice en contra de mis deseos que eran ir a los Pirineos donde algunos otros gudaris se estaban preparando ya para actuar. Acaté la disciplina y tan solo en 24 horas presenté mi dimisión; como no fue aceptada por Leizaola, quien en aquel entonces estaba al frente de delegación, continué en el secretariado. De esa forma tuve ocasión de conocer de muy cerca a José Antonio Aguirre», subrayaba.

· «Buena persona, Aspiazu» · A día de hoy, como Anasagasti y como Azua, Ander Landaburu Illarramendi también rememora a Aspiazu. «El vierne nos vino en casa el mismo recuerdo. De jóvenes tuvimos la oportunidad de acudir al Bataclan alguna vez. Por supuesto gratis y gracias a nuestro secretario de la Delegación, que gentilmente nos daba alguna invitación. Buena persona José Mari Aspiazu. a pesar de las broncas que nos echaba por ‘izquierdosos’. ¡Qué años! Sí, pero -concluye Landaburu- gratos recuerdos de esa generación».

El taquillero de Bataclan visitó horas antes de su muerte al lehendakari Aguirre, tras el infarto que sufrió. «A las cuatro de la tarde fui a verle. Estaba a oscuras y en reposo. Le encontré muy locuaz y se refirió al trabajo que haríamos al día siguiente. ¡Cuán lejos estaba de suponer que vivía los últimos momentos de su vida! Corté la conversación porque el médico Laureano Lasa le había ordenado absoluto reposo. Me despedí de él. Fui a la oficina y al llegar recibí la noticia de su muerte».

 

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