MEMORIA MUGALARI

I. Gorriti

Hoy se cumplen 75 años del día en el que fue fusilado el presidente de la Generalitat, Lluís Companys. Asimismo, el pasado días 6 se cumplieron 81 de los conocidos como Hechos del Seis de Octubre (Fets del Sis d’Octubre). Durante nueve horas de aquel día de 1934, el ‘president’ firmó la proclamación de un Estado catalán.

 

A pesar de las ocho décadas de aquel intento, el pulso tenso que mantiene vivo el pueblo catalán y el español, lleva a ver aquel intento histórico como un atrevimiento represaliado. “En Euskadi no nos metimos en aquel berenjenal aunque a Aguirre y a los diputados la derecha les acusó de connivencia con los revolucionarios, pero no pasó nada”, resume Iñaki Anasagasti, senador por el PNV en Madrid.

“La verdad es que esta mirada a la historia, observándola a través del espejo de la actualidad, resulta apasionante”, valora el periodista Toni Ayala en una de sus columnas de opinión. Mugalari consulta esta misma impresión a Gemma Aguilera, periodista de la revista El Temps y que ha escrito, junto al político de CiU Pere Macias, La gran Bacanal o en solitario Agente 447, el hombre que detuvo a Lluís Companys.

A juicio de Aguilera, el movimiento insurreccional de la Generalitat de Catalunya en respuesta a la involución conservadora del gobierno de la República española tiene una diferencia sustancial con el proceso nacional que está viviendo actualmente Catalunya. “La iniciativa de aquel 6 de octubre de 1934 surgió del poder político, que organizó la revuelta separatista y buscó el apoyo en sectores de la sociedad que, más que una revuelta nacional, centraban su lucha en el eje social. Un enemigo común, dos ejes diferentes”, analiza.

Y amplía contenido: “81 años después, ha sido la sociedad civil catalana la que ha dirigido esta revuelta nacional, que sin duda tiene un trasfondo social, y los partidos políticos que se movían con mayor o menor comodidad en el sistema establecido por la transición española se han visto obligados a atender las demandas de la sociedad, que les ha pedido romper con el estatus quo y unir en una misma lucha democrática lo social y lo nacional”, aboga.

· CRUENTA REVUELTA · Aguilera no olvida las cifras de aquel hecho histórico. La revuelta del 6 de octubre culminó con 75 muertos y 251 heridos “fruto de la represión española en distintas ciudades, la cárcel para los miembros del Gobierno catalán y la suspensión del Estatut de Núria”, aporta.

En un momento de consultas, enriquece conocer impresiones como la del senador por el PNV en Madrid, Jokin Bildarratz. Durante una entrevista en Sabin Etxea, un joven le preguntó: “¿Si usted, Jokin, fuera Artur Mas, actuaría igual que él?” Bildarratz respondió a cámara: “Es difícil saber cómo actuaríamos cada uno de nosotros en una situación similar a la de Artur Mas. Sí que nos unirían dos cosas: una, es escuchar a la sociedad catalana y actuar con ella; y dos, actuar de manera unida con el resto de los partidos políticos. Con un buen empaste con el resto de fuerzas políticas, más una comunión importante con la ciudadanía, a partir de ahí, te dirán una cosa u otra, te ilegalizarán el proceso o no, pero si eres capaz de comunicar a la ciudadanía que está representando y al resto las fuerzas políticas los pasos que se están dando y hacerlos entender, yo creo que esa es la clave”.

El analista político, Iñigo Landa examina la diferencia de Companys y Mas. “La gran diferencia entre Mas y Companys es la unilateralidad: Companys buscaba la aceptación de Alcalá Zamora en Madrid, mientras que Mas busca la cohesión de los principales grupos catalanes y va al son de lo que diga la calle. Visto así, Mas aplica la política de hechos consumados, donde la única fidelidad que hay es la de los pactos de los partidos proconsulta y de la sociedad civil”, concluye el jurista.

 

Companys murió gritando: «Per Catalunya!»

Mugalari

Tal día como hoy hace 75 murió asesinado por el fascismo. Los franquistas le fusilaron en el castillo de Montjuic tras haber sido detenido el 13 de agosto por parte de agentes alemanes de la Gestapo en Bretaña y lo entregaron a las autoridades de Franco el 29 de agosto de 1940.