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MUGALARITERATURA · ‘Pleasure Beach’, por Amaia Santana

AMAIA SANTANA 1

Amaia Santana

En cuanto se cambió el reloj de la muñeca izquierda a la derecha supo que aquel día algo extraordinario ocurriría. Algo significativo. Por fin.

Le gustaba pensar en la posibilidad de multiversos y mundos paralelos e infinitos porque tendía a ahogarse, tras una lenta agonía, en un vaso de agua. O de ginebra, para ser más exactos y honestos.

Aquel pensamiento era un bálsamo de paz para su atormentada mente, un analgésico aún eficaz, como mirar al infinito que deja entrever el mar.

Mañana va a hacer bueno, comentó, aún sin creer que estaba diciendo esto a un completo extraño en una extraña y rocambolesca playa llamada Pleasure Beach; a donde, curiosamente, los viejos locales van a morir tras un par de partidas de bingo y unos ‘shows’ efímeros y decadentes. Mezclas letales de cócteles chabacanos y pastillas para la tensión.

En realidad, no miraba a las estrellas buscando un pronóstico fácil. Buscaba, más bien, una vía de escape en una galaxia remota. Un resquicio, el ansiado fallo en Matrix por el que escurrirse y desaparecer.Aunque sólo fuera durante la publicidad…

Ya en la gélida frontera de un nuevo día, caminó por la orilla de aquella playa de cartón-piedra; mientras fumaba, helado en sus pensamientos más recónditos, sórdidos e inconfesables. Después de todo, pensó, tal vez no fuera tan buena persona como creía. Volvió a mirar al cielo y una estrella le guiñó un ojo.

Cuando regresó a su habitaciónen aquel hotel de pésima muerte y/pero cerveza barata, mató a la araña que correteaba taciturna por la mesilla de noche y se durmió con la luz encendida.

Al despertar, ya no estaba en el mismo universo. La señora de la limpieza intentó advertirle de este detalle, pero el terrícola incauto salió apresurado de aquella horrible habitación triple. Tres camas enanas, en lugar de una decente. Deplorable.

Al bajar las escaleras, reparó en que el sofá de manchas asquerosas del descansillo seguía ahí, mas no lo recordaba rojo si no azul. Qué extraño.

Pero ya lo dice el refrán: lo que acontece en Pleasure Beach, por surrealista que sea, se queda en Pleasure Beach.

*Amaia Santana (Santurtzi, 1984) es periodista

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PHOTO · The John Burke Collection

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