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EL 4 DE OCTUBRE · Homenaje a un durangués que vivió con su bici en su propio ‘Castillo’

I. Gorriti

Quien deja amigos, recoge homenajes. Y es que si ha habido un hombre conocido por la mayoría de durangueses, ese ha sido José Ramón Castillo Miota. El regente de una tienda y taller de bicicletas que hubo primero en Kurutziaga y más adelante en Komentukalea falleció el pasado julio a los 81 años de edad. Este periódico fue quien dio a conocer su pérdida, recogió las reacciones de muchos a quienes conocía, cubrió el funeral por su persona y hoy te informa de que amigos del conocido y reconocido cicloturista le van a rendir un homenaje bajo el título de ‘Castellvechio retro’.

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José Ramón Castillo Miota en el puerto de Herrera junto a su bicicleta. · PHOTO · Cedida por la familia a Mugalari

El grupo organizador de este memorial se autodenomina Cuadrilla de la Fuente de Kurutziaga. Avanzan que el homenaje se celebrará el domingo 4 de octubre. El acto de recuerdo al por todos querido durangués dará comienzo a las 11.00 horas. ¿Dónde? Agustín Ruiz Larringan responde: «Como no podía ser de otra manera, nos juntaremos ante la fuente de Kurutziaga, la que no da agua», bromea y explica el objetivo del encuentro: «Se trata de juntar a amigos de dos generaciones de aficionados a la bicicleta que tuvieron relación con tan singular y culto personaje», subraya Agus.

La Castelvechio retro invita a quien pueda, con la bici más vieja que tenga y vestido de ciclista de la manera más antigua que pueda acercarse al punto indicado de Durango y hacer una foto de familia. Agustín concreta más: «Quienes vayan en bici, al estilo Cuadrilla de la Fuente de Kurutziaga, decidirán en el lugar a dónde se va a ir y/o la vuelta que se va a dar en bici», matiza y va más allá, como hubiera querido Castillo, «no hay excusas por el tiempo que haga: frío o calor, viento o lluvia».

Aquellas personas que quieran tomar parte en el homenaje, pero por la razón que sea no pueden acercarse al acto, tienen otra actividad a la que pueden apuntarse. «Se organizará una comida a la que podrán apuntarse todos los y las que quieran y después se realizará un pase de diapositivas de aquellos felices años 70, 80, 90, en las que cada cual podrá verse cómo ha envejecido, los objetivos que ha cumplido, los malos ratos que pasó en alguna de las excursiones, …», sonríe Agus.

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En un viaje a Granada, en el camino hacia el pico Veleta. · PHOTO · Cedida por Agustín Ruiz

· «Ha dejado un vacío, pero muchísimos recuerdos buenos» · La familia de José Ramón Castillo Miota agradece este homenaje. Así, por ejemplo, su hermana Ascen, asegura que para ellos es «todo un honor» porque «ha dejado un gran vacío, pero al mismo tiempo muchísimos recuerdos y todos buenos». Uno de los sobrinos del cicloturista, como es Asier Isasti, habla en nombre del resto. «De parte de la familia es un honor que reconozcan el estilo de vida de mi tío, organizando y llevando a cabo un emotivo homenaje por parte de la Cuadrilla de la Fuente de Kurutziaga. Quisiéramos dar las gracias a las personas que han organizado el acto y a quien decidan asistir al mismo», concreta.

El por todos conocido apasionado del cicloturismo y heredero y regente del garaje de arreglo de bicicletas José Ramón Castillo Miota nació el 23 de marzo de 1934 en la calle Monago, vía del callejero durangués que más adelante pasó a denominarse Wenceslao Mayora y a día de hoy Monago-Torre. Llegó al mundo en el segundo piso del portal número 5.

Muy pocas personas conocen el dato de que fue superviviente de los bombarderos fascistas que sufrió la villa el 31 de marzo y días posteriores. La madre de aquel niño que una semana antes a los ataques del odio y la sinrazón de la Guerra Civil había cumplido dos años, su madre, su hermana Amparo y él transitaban por la hoy calle Arando, junto a la fábrica que existía en la época frente a donde hace años estaba ubicada la discoteca Txori Zoro. Los fascistas arrojaron una bomba y tras la explosión cayeron sobre ellos piedras. Los tres sobrevivieron, “pero los trabajadores que trabajan en la empresa murieron al otro lado”, rememora la familia. Acabaron huyendo al monte.

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Cartel del memorial a José Ramón Castillo. · IMAGEN · Cedida por Agustín Ruiz

Años más tarde, enviaron a Castillo al seminario de Gabiria, de los curas pasionistas. Su padre tenía un garaje de arreglos mecánicos y su madre una tienda de lencería en Kurutziaga. Él era el mayor de siete hermanos. Uno de ellos, Fernando, murió de niño. A él le seguían: Amparo (fallecida hace un año), Rosi, Isabel, María Ascensión y el popular cantante y profesional del doblaje Xeberri.

Habla otro de sus sobrinos, Aitor Isasti: «Osaba era una persona muy peculiar, y digo peculiar en el mejor de los sentidos, peculiar en el modo de vivir y afrontar la vida, el trabajo, la amistad e infinidad de cosas. Eso de aparentar no iba con él. Siempre contando batallitas, cuentos, historietas y todo tipo de narraciones que hablaban de valores». 

Y a esta impresión, sumar una más, la de Iker Isasti, también sobrino. «Días antes de su fallecimiento, él mismo me hizo saber que no era justo que su mente funcionara mejor que aquella bicicleta de la que siempre habló». Es decir: la mente pedaleaba, pero el cuerpo se mostraba cansado.

· Vendió una bici a Paco de Lucía · A juicio del cicloturista durangués Agustín Ruiz, compañero de incontables tertulias y viajes pedaleando, José Ramón era un buen cantante. Y tocaba la guitarra. Tenía una en su taller”, echa la vista atrás. De hecho, la familia recuerda que vendió una bicicleta al guitarrista Paco de Lucía, cuya hoy exmujer es la dueña de la mansión ‘Eche Zuria’ del barrio de Pinondo.

Antes de heredar el trabajo de su padre, José Ramón trabajó al salir del seminario en la empresa Duñaiturria y Estancona S.A. Más adelante, se convirtió en un referente. Su familia asegura que fue el primer taller de arreglos de bicicletas de Durango. No hay persona de décadas atrás que no pasara por delante de sus escaparates: de Komentukalea y el de Kurutziaga.

No hay vecino de la villa o de la comarca que no pasara por allí a comprar una bicicleta, arreglar un pinchazo, inflar una rueda o balón o a cambiar los frenos… Y los aficionados al ciclismo acudían a él a ver quién había ganado las etapas de las grandes vueltas que comenzaban a emerger.

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Un cartel de los que le gustaba hacer a Castillo. · PHOTO · Cedida por la familia a Mugalari

· La histórica pizarra de Castillo · En una pizarra, Castillo citaba al ganador de la jornada, el de montaña, metas volantes… Incluso, en alguna ocasión algún comentario o broma. Era único. Necesario. Imprescindible. También lo eran sus tertulias con personas de todas las edades: de todas.

Quien cruzaba Komentukalea a altas horas de la noche veía la luz encendida, porque se quedaba trabajando en la tranquilidad nocturna. Allí estaba José Ramón y por las rendijas de la puerta podía escucharse la radio con música clásica, era un melómano de este Arte. También apasionado incondicional de la lectura. Su paso por el seminario, quizás, había dado sus frutos en su bagaje de cultura.

Su única competición era una prueba social que se organizaba en fiestas de San Fausto, con los profesionales como Lejarreta o Gorospe, con cicloturistas de Durango, con jóvenes de todas las edades… “Él la ganó un año, era buenísimo en el sprint”, valora Ruiz.

Castillo no dejó pareja ni descendencia. Él solía decir que la bicicleta era su novia. Y como dato, tenía apuntados todos los kilómetros que hizo sobre la bicicleta. Fueron 450.000 kilómetros, “más que los que puede hacer un coche”, solía comparar quien participó en pruebas como la ‘Luchon – Bayona’ o quien junto a un amigo viajó con sus alforjas de Durango a París y vuelta en una semana.

Quienes le conocen bien, narran 450.000 anécdotas pedaleadas en tantos años a su lado. El 4 de octubre, vestidos como él lo hacií, su Cuadrilla de la Fuente de Kurutziaga se hará una foto, pedaleará y, hecho hambre, compartirán mesa y pase de diapositivas. «Hay una acertada frase que comentaba de vez en cuando en las tertulias de su tienda: Bicis se encuentran de muchas clases y en cualquier tienda. Lo más importante son las ganas de andar en bici. Eso no se vende en ningún sitio. Era un filósofo», concluye Agus.

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