La abadiñarra Silvia Trigueros cierra, con su victoria en el Tour del Montblanc, un verano de ensueño
Juan Ignacio Sampedro
Toda la temporada de la abadiñarra Silvia Trigueros iba orientada a su participación en el Ultra Trail del Mont Blanc. Sin lugar a dudas, una de las carreras más duras del mundo. Son 170 kilómetros con un desnivel positivo acumulado de 10.000. El tiempo máximo es de 46 horas. Eso, son palabras mayores.
Hay que ser muy fuerte, física y mentalmente, para afrontar y vencer tamaño desafío. Esa fortaleza se va aquilatando en entrenamientos más allá de la línea en que el cansancio se transforma en dolor y en competiciones como las tres que le han servido para preparar la gran cita del año.
El 14 de junio, en la localidad orensana de Esgos, era segunda por equipos y primera veterana en el campeonato de España, versión RFEA. Un ‘aperitivo’ de 8 kilómetros para lo que vendría a continuación.
Lo que venía, una semana más tarde, era Caballucos del Diablu, en la comarca del Saja, allá donde Cantabria se funde con Asturias. Es la carrera del solsticio de verano. Un maratón nocturno que le suponía a Silvia una nueva victoria, acumular kilómetros y entrenar el hábito a correr en la oscuridad. Porque esa es una de la dificultades añadidas al largo kilometraje de los ultras. No despistarse en los cruces, corriendo, las más de las veces, en soledad. Con la engañosa ayuda del frontal.
El 27 de junio, en Peñalara, las dificultades había subido de tono: 115 kilómetros y 5.100 metros de desnivel acumulado. Silvia Trigueros era segunda en el Campeonato de España de Ultra Trail, tras 15 horas y 51 minutos de brega. Más o menos, medio UTMB, como luego se verá.
Faltaban dos meses largos para la gran cita. A las sesiones interminables de preparación se unía la participación en Bi Handiak, 88 kilómetros pasando por Lizarrusti, Etxegarate, San Adrián, Otzaurte, Txindoki…. ¡Casi nada! 6.000 metros de desnivel positivo acumulado. La victoria del 13 de Julio, en Beasain, Silvia supone para Silvia otro título de Campeona de Euskadi de Ultra en su palmarés.
Y para terminar un verano de enmarcar, el martes 25 de agosto hacía su primer entrenamiento en Chamonix, en un escenario ya conocido. En 2013 había sido tercera senior en el ultra de los ultras. El año pasado, 2014, hubo de retirarse por lesión. Quedaban tres días para repasar los perfiles, reconocer los puntos complicados del circuito, poner a punto toda la parafernalia. Dos frontales, bidones, manta de supervivencia, teléfono con roaming, minibotiquín, silbato, guantes, chaqueta y pantalón térmicos suplementarios y los correspondientes Certificados médicos y autorizaciones.
| Cifras de asustar | La UTMB es una carrera en semi-autosuficiencia con unas cifras de asustar. Son 170 kilómetros con 10.000 de desnivel positivo. La cuota de inscripción es de 214 euros y se admiten hasta 2.300 solicitudes. Estar en la línea de salida ya es una dificultad reseñable. Terminarlo, un logro para recordar toda la vida. Subir al cajón más alto del podio, una hazaña.
Silvia Trigueros ha subido, uno tras otro, esos tres escalones. A las 18.00 horas del viernes 28 de agosto arrancaba la carrera a pie más dura de Europa y la de Abadiño estaba ahí.
Hemos ido siguiendo en las redes sociales los tiempos y posiciones de paso por cada uno de los controles reglamentarios.
En el kilómetro 14, con hora y media de carrera, iba en la posición número 124 del total de participantes. A lo largo de la noche iba ganando puestos. Ya de día, en el Refugio Bonatti (kilómetro 91) en la posición número 55, después de 13:19:51 de carrera.
En el control ‘Vallorcine’ (kilómetros 151) cuando se cumplía un día completo de carrera iba en 42a posición, la mejor que llegaría a disfrutar.
Tres horas más tarde, cuando la noche empezaba a caer, entraba en la meta de Chamonix en un tiempo de 27:39:36. Era la 45ª persona en hacerlo, la cuarta de las mujeres y la ganadora en categoría senior. No quedaba sino rehidratarse, descansar y esperar a que llegasen los datos de todos los controles y poder subir al podio más importante de su vida. Un sueño cumplido.
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Etiquetas: Abadiño, Juan Ignacio Sampedro, Silvia Trigueros