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REACCIONES | Ruiz, Lejarreta, Elorriaga, Txela, Bugallo… recuerdan al histórico Castillo, el de la tienda de bicis

I. Gorriti

Como ayer dio a conocer Mugalari, el viernes se oficiarán los funerales cristianos por el durangués José Ramón Castillo Miota en la basílica de Santa María de Uribarri, fallecido a los 81 años de edad y por todos conocidos en la villa por su tienda taller de bicicletas que primero heredó de su padre y luego regentó tanto en Kurutziaga como en Komentukalea.

Castillo Asier

Castillo en una foto con su sobrino Asier Isastiy otros amigos, en Urbia. | PHOTO | Archivo familiar de Castillo

Aquí, la biografía de Castillo que publicamos ayer tras conocer el fallecimiento del histórico durangués: http://bit.ly/1SAtlcF

Como prometimos, hoy publicamos diferentes reacciones despertadas a raíz de la triste noticia.

En el momento de ponernos en contacto con diferentes interlocutores, gracias al durangués Agustín Ruiz Larringan, -a quien acaban de entrevistar en Radio Euskadi, periodistas que han citado a Mugalari.info– las reacciones de los consultados eran de exclamación y pena. «¿Qué dices? ¡Ohhhh!», ¿»El del taller de bicis? ¡Qué pena!», «¡Aibaaaa!»…

Agustín Ruiz Larringan

«Cerraba su tienda e íbamos a Servisa a ver el resumen del Tour a través de los cristales»

«Castillo era ejemplo de tolerancia y paciencia. Tengo mil anécdotas vividas a su lado. Tengo dos que siempre recuerdo por dos frases que se han quedado ya en mi mente: «¡Ya escampa!» y «¡De aquí ni un paso más!» La primera: Los que íbamos a andar en bici con él siempre quedábamos en la fuente grande de Kurutziaga, cuando daba agua (sonríe haciendo referencia a la histórica ya pregunta periodística de: «¿Por qué la fuente grande de Kurutziaga no da agua?»). Allí llenábamos los bidones y nos poníamos en marcha. Nos llamábamos ‘La cuadrilla de la fuente de Kurutziaga’. Un día de perros, llovía a cántaros, pero él insistía en que había que poner los chubasqueros y salir de excursión. Recuerdo bien que era Viernes Santo. Ya salimos, animados por él, hacia Elorrio. Según avanzábamos, Castillo decía «¡Ya escampa!», una y otra vez, y seguía diluviando. No quería volver para casa. Y al final, con el  «¡Ya escampa!  ¡Ya escampa!» terminamos por dar siete vueltas a Elorrio, aunque no paró de llover.

La segunda, ocurrió subiendo hacia el pico Veleta, la carretera más alta de Europa. Se puede subir hasta la misma cumbre. Son 40 kilómetros de subida desde Granada capital. En el ascenso se sintió mal, vomitó y de pronto dijo: «¡De aquí no doy un paso más!». Le intentamos animar, pero no hubo manera y volvió a repetir la frase. Nos dijo: «Iros. Yo os espero aquí». Retomamos la marcha y a la altura de un Parador Nacional vimos que apareció por detrás. Y le vacilamos con el «¡De aquí no doy un paso más!». Acabó subiendo hasta al cima y su frase se nos quedó ya para siempre.

De más joven, recuerdo muy bien que con mi padre, los dos íbamos a su tienda a ver los resultados del Tour y lo más curioso es que ya de noche, cerraba la tienda e íbamos a Servisa, a la tienda que había de electrodromésticos, a ver el resumen de la etapa del día a través de los cristales».

 Marino Lejarreta

«Era un hombre con sus peculiaridades, único»

«De Castillo guardo dos grandes recuerdos. El primero, cuando solíamos ir a su taller de bicicletas, cuando empezaban las grandes Vueltas, a ver en la pizarra que ponía, a ver quién había ganado la etapa. También a llevar la bici a arreglar, porque hacía arreglos diferentes a otros.

El segundo, es que los domingos por la mañana, cuando nosotros andábamos de discotecas por Zumarraga o ‘Iciar’, de pronto nos lo encontrábamos por allí a las diez de la mañana. Salía a pedalear sin prisas y volvía para las seis de la tarde, por ejemplo. Le gustaba apurar todo el día.

Castillo, como persona, era muy amena, muy charlatán. Nunca hablaba bajo. Se enteraba de lo que decía todo hijo de vecino. Era un hombre alegre. Guardo un buen recuerdo de él. Para toda la vida. Era un hombre con sus peculiaridades, único».

Alberto Iturriaga

«¿Competencia él y yo? ¡Nunca! De hecho, yo comencé a montar en bici con él»

«¡Aibaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Qué pena! Sabía que semanas atrás fueron amigos a visitarle y en la puerta ponía que no se recibía. Por ello, pensamos que ya estaba mal. La gente podría pensar que cuando vine yo a Durango éramos competencia, pero ni mucho menos. Él vendía un tipo de bicis de gama más baja que las nuestras, de las de paseo, y nos llevábamos muy bien. Siempre. ¡Es más, yo empecé a andar en bici con Castillo!

Mira, por su enfermedad, cada vez que venía a la tienda, después de que le chutaran, como decía él ‘EPO’, se sentaba en nuestro banco y solía bromear diciendo «si me hicieran a mí un control ahora…» Castillo era único. Adonde él íbamos en aquellos años, a ver la pizarra e incluso, más tarde, a ver la etapa. Me da mucha pena que haya fallecido».

Pablo Aranda

«De niño, pegaba la nariz al cristal de su tienda eligiendo la bici que quería que me trajeran los Reyes»

«Mis abuelos vivían en el primero piso, sobre su tienda de Komentukalea. A mí siempre me apasionó el ciclismo, desde niño me flipaban las bicis y pasaba mucho tiempo en casa de mis abuelos. Recuerdo pegar la nariz al cristal eligiendo la bici que quería que me trajeran los Reyes. Todas mis primeras bicis, y fueron muchas, me las compraron allí. Quizás, incluso, aún tenga alguna de aquellas míticas GAC que se plegaban con la histórica pegatina de Castillo. ¡Cuántos recuerdos! Descanse en paz».

Agurtzane Elorriaga

«Castillo amaba la bicicleta»

«¡Aiba! No sabía nada. Estoy en la vuelta a Turingen. A Castillo le describiría como a un hombre montado siempre en su bicicleta. Y que realmente amaba la bicleta. Mítico en el mundillo ciclista de Durangaldea».

Serafín Bereziartua ‘Txela’

«Cuandos nos cruzábamos los del Mugarra con él, siempre nos saludaba»

«No lo sabía. Ya me da pena. Castillo era único. ¡Anda que no íbamos veces a ver los resultados a la pizarra que escribía! Todavía poco tiempo atrás cuando íbamos los del Mugarra Triatloi Taldea entrenando en grupeta, nos cruzábamos con él, con sus mailots de décadas pasadas, y siempre levantaba el brazo para saludarnos. Muy majo».

Iñaki Rekalde

«Íbamos a que nos inflara la bici como pidiendo el mayor favor de la vida»

«Recuerdo de chaval ir a su tienda para ver cómo iba el Tour y te encontrabas viéndolo ‘en familia’. Y de mayor, tras jubilarse, seguir viéndole sobre la bici con los mailots de aquellas épocas. Cuántas veces fuimos a que nos inflara la rueda de nuestras bicis, como pidiendo el mayor favor de la vida… Castillo era la hostia».

 Aitor Bugallo

«En Durango si hablas de ciclismo, acaba saliendo su nombre»

«Cuando en Durango se habla de ciclismo, de alguna u otra manera acababa saliendo su nombre, por sus incontables anécdotas. Cuando ibas a su tienda te decía, por ejemplo, «esa bici de ahí ha subido el Galibier… ha andado por toda Europa». Cuando tenía la tienda yo era un crío, pero siempre hemos vivido oyendo hablar de él, del mítico Castillo».

 

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