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DISCOS | El cumpleaños power-americano y otras canciones luminosas de Bringas

Gorka Bringas

 

DISCO | ‘Mentiras y otras verdades’

AUTOR | Bringas

AÑO | 2015

 

I. Gorriti

Hoy miércoles 10 de junio es el cumpleaños del autor del disco ‘Mentiras y otras verdades’. Gorka Bringas es un músico de los que se visten de tesón por los pies, hasta la barba. Fue guitarrista de un grupo que muchos recordamos con el cariño de quienes trataban de robar entonces maketas en tiendas de cómics, en la era del casette. Un disco ‘mangado’ significa que te gusta. Que lo antepones al riesgo.

Quien firma tuvo quizás el mayor susto de su vida con una canción de aquella banda, de los jarrilleros Flying Rebollos. Conducía una furgoneta de alquiler y en ella transportaba entre 6 y 8 personas. La piedrilla de una cantera burgalesa mezclada con piñas der árbol hizo volcar el utilitario, por suerte sin consecuencias, salvo la chapa. En aquel instante, cuando el coche frenaba sobre el asfalto de carretera terciaria, sonaba una canción titulada ‘La máquina mortal’.

Décadas después, Bringas, el cumpleañero, sopla ya dos trabajos discográficos en solitario. Este ‘Mentiras y otras verdades’ es un trabajo de fácil escucha, se cuela solo por oídos. Lo hace sin permiso desde la canción que da título al álbum de diez composiciones que precisamente convergen en la mentira como temática unitaria.

Desde los primeros compases el láser es una navaja: el filo es Gorka Bringas, su sello. Sin embargo, según camina y allá donde pose sus pies, si cae como suicida hacia a un lado del cuchillo sus canciones suenan sobre todo en el plano vocal a MClan y Fito (recordemos que Flying Rebollos fue contemporáneo en sus orígenes con Platero y Tú), por lo tanto no es que suene a Cabrales sino que comparten influencias similares. De hecho, si el vizcaino resbala hacia el otro lado del cortante, llega el powerpop -más saturado- de Los Secretos o Mamá, incluso hay pasaporte para Tom Petti. También están ahí de fondo, cuando no se pone más rockero, los Dire Straits.

‘La misma piedra’, por ejemplo, podría ser de aquellos tiempos en los que Flying vivían éxitos como ‘Modesta’ -a  quien se cita en este disco- o ‘Candela’, cierto impacto de Platero y Tú. ‘Acostumbrado’ podría ser la evolución a día de hoy de aquel ‘mortal’ grupo que echamos en falta. Aquella máquina de hacer redondas composiciones.

‘Mentiras’ mantiene la frescura de ‘Mentiras y otras verdades’. Un single radiofónico que parece estar grabado en directo, con una segunda guitarra agregada en una toma más. Tiene esa frescura sonora, que al mismo tiempo pueden echar en cara las emisoras que exigen a los nombres menos conocidos lo que no a los grandes.

‘Pollo pa’ comer’ es la parte de MClan y Fito con sonoridad nostálgica. ‘Aprieta los dientes’ es directa, de coros brillantes, de cuerdas Fender luminosas sueltas tanto de guitarra como de bajo. Firma otro single que por alguna razón Bringas ha enviado al final del disco. Sus parámetros nos remite a un grupo que muchos no recordarán como fueron Sedientos, de Bilbao.

En ‘Cuantas veces’ Platero sigue rodando por la galleta, es una composición nada fácil de cantar, aunque no sea de virtuosismos. Suena un tema frágil de corte americano y que nos conduce a otros tiempos en los que conocimos el buen rock que se acuñaba en Zaragoza, a una banda aquí desconocida como era -o es- Bandera Blanca.

‘Todo es demasiado’ remite a añejo, a balada de cosecha de años hardrockeros con hammond como colchón en el que desvirgar nuevos amores musicales, experimentos progresivos, que hasta pueden tener una conexión a Tequila sin le limamos el poso más yankey y más juerguista.

Y clausura el disco con diseño de Iñigo Aretxabaleta y con un Gorka Bringas maquillado en portada, la canción ‘Tiempo perdido’, canción desnuda de promesas y declaración de principios, mensaje a quien quisiste, un tema que aunque no suena a Rulo, podría ser un buen dueto compartido. La melodía vocal concluye en ocasiones con el sabor del Tarque más acústico. Es una despedida a golpe de saxofón, nada accidentado. Bringas no sopla las velas de cumpleaños, las arría para detener su singladura, para pedirte que le concedas una escucha a su nuevo disco. «No te vayas, no me hagas suplicar», se aleja cantando mientras continúo silbándola yo.

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