La (maravillosa) primera vez en Transvulcania
Asier Astorquia
Antes de nada, nos preguntamos qué es lo que nos lleva a un grupo de amigos mendizales a ir hasta la La Palma a correr la Transvulcania, una de las carreras más prestigiosas del mundo ultra. Llevábamos varios años oyendo las palabras de Iñigo Atxotegi -finisher en Transvulcania 2012, 2013 y 2014- hablándonos de esta carrera, de su dureza, de su gente y que merecía la pena conocerla y sufrirla. Y por fin, este año 2015 fue el momento de conocerla y de confirmar todo lo que nos contaba de ella.
Y así nos presentamos en La Palma los durangueses Javier Olabarri, Koldo Truchuelo y Asier Astorquia y el elorriarra Mikel Sagastizabal, dispuestos a enfrentarnos a los 73,3 km de la Transvulcania. Pero no vinimos solos, también nos acompañaron la zeanuriarra Maite Etxebarria, que iba a afrontar los 24 km de la Media Maratón de la Transvulcania y la bilbaína Marian Grisaleña que nos brindaría su apoyo en todo momento. Días después comprobaríamos que no seríamos los únicos durangueses en la salida, ya que allí nos encontraríamos con Jon Ercilla y Edu Polvorosa.
Y si la carrera no es lo suficientemente dura con sus 73,3 km y sus 8.525 metros de desnivel acumulado, la logística para estar a las 6:00 a.m. en la salida hace que sea más dura si cabe… A las 02:00 a.m. suena el despertador, 2:30 a.m. desayuno, 3:00 a.m. viaje en autobús de una hora hasta la zona de salida, 4:30 a.m. pasar el control y toca esperar durante hora y media la salida, 5:59 a.m. Suena el grupo AC/DC, se inicia la cuenta atrás… y la locura, 1.500 personas a correr. Los primeros metros son muy complicados, todo el mundo intenta salir lo antes posible buscando su hueco, debido a que se forma un tapón muy cerca de la salida, al meter a toda esa gente por una senda. A partir de este momento solo queda sufrir y empezar a disfrutar de cada momento que te brinda la carrera.
Atravesar el pequeño pueblo de Los Canarios a las 07:00 a.m. con los pelos de punta al ver a todo el pueblo en la calle formando un pasillo y sin dejar de animar, ir sufriendo en plena ascensión y que se te olviden todos los dolores al disfrutar del amanecer sobre el Teide bañado en un mar de nubes, correr entre volcanes y poder rodear la espectacular caldera de Taburiente, la amabilidad de los Palmeros y su predisposición a ayudarte en lo que hiciera falta, y sobre todo, poder conocer la belleza de esta isla y entender porque es conocida como ‘La Isla Bonita’.
Por desgracia, no todo fueron momentos de disfrute en la carrera. Del grupo que iniciamos ilusionados la salida, dos nos vimos obligados a abandonar. Koldo en el kilómetro 24 debido a problemas estomacales y mareos, y Asier en el kilómetro 47 debido a una pájara provocada por una pequeña deshidratación.
Algunos no pudimos terminar la carrera, otros pudieron cruzar la meta exhaustos, sabiendo que habían dado todo lo posible por llegar a estar allí. Pero todos volvimos a casa habiendo disfrutado de una isla espectacular y una carrera durísima. Ahora habrá que empezar a pensar en nuevos objetivos, ¿alguna sugerencia?
EL ANÁLISIS
Observales desde fuera…
Marian Grisaleña
Observarles desde fuera, era ver a cinco personas llenas de ilusión, con muchas ganas de participar, de comparar los terrenos volcánicos con los montes que les rodean día a día y con ganas de disfrutar de esa bonita experiencia, sentir esa emoción que habían visto en las caras de otros participantes de años anteriores. Por fin este era su año, su momento, les brillaban los ojos.
Mucha alegría al recibirlos en la llegada, ellos exhaustos, pero con muchas ganas de contar minuto a minuto cómo habían llegado a cada pico. Hablaban maravillosamente de los palmeros, familias enteras intentando brindar su ayuda, toda la que necesitaran.
Les he visto con muchas ganas de seguir viviendo experiencias similares, en cualquier terreno del mundo, sus mentes ya están pensando en nuevos objetivos… ¿Cuál será el siguiente destino? ¿Dónde pondrán sus zapatillas y sus ganas de correr? Lo veremos y les seguiremos. Lo merecen.
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