BÁSICA MENTE | ‘Las gallinas voladoras’, por Jon Fernández
Jon Fernández
Es posible que no lo sepáis, porque es algo que casi nadie sabe, pero de vez en cuando nace alguna que otra gallina que puede volar. A primera vista no la distinguirías de una gallina normal. Es más o menos del mismo tamaño y color y hace las cosas que hace una gallina. No llama la atención por nada en concreto, pero si quisiera, podría volar.
¿Por qué no vuelan entonces? Eso nadie lo sabe, pero los que han estudiado el tema tienen varias teorías.
Algunos dicen que no vuelan por vergüenza. Por lo que se ve, no está bien visto en el mundo de las gallinas eso de desplegar las alas y levantarse del suelo. Como que te miran mal. “Las cosas buenas están bien asentadas al suelo, como debe ser” piensan. El cielo, sin embargo, es muy grande, gigantesco y guarda muchos misterios, y a las gallinas no les gustan los misterios. Por lo que sea.
– El cielo para los patos. – dicen ellas.
Otros estudiosos dicen que no vuelan por miedo. Como son muy pocas las que pueden volar, la gran mayoría de las gallinas no sabe nada sobre el tema. No saben como aprovechar una corriente de aire caliente para ascender, como planear para descansar en vuelo o como aterrizar sin romperse la crisma. Así que, las que nacen pudiendo volar, no tienen referencias a las que acudir a aprender a desarrollar sus habilidades y, por miedo a hacerse daño, prefieren quedarse seguras en tierra.
Sea por miedo o por vergüenza, el caso es que es muy raro ver volar a una gallina. Dicen que eso es porque, a pesar de todas las dificultades, las que consiguen adquirir un vuelo estable y decente, simplemente no vuelven más. Un día echan a volar y no miran atrás pues no hay sitio en el gallinero para una gallina con pretensiones tan altas. La libertad es para algunas gallinas la cosa más terrorífica del mundo y para otras gallinas una necesidad imperiosa.
Pero eso no es todo, últimamente ha habido un nuevo estudio al respecto, que puede dar un vuelco a todo lo que conocíamos hasta ahora sobre los extraños casos de las gallinas voladoras.
Dicen las últimas observaciones que todas las gallinas son anatómicamente idénticas ya sean voladoras o no. Entonces, lo que determina que vuelen no es algo físico. Es otra cosa. Y más aún, cabe preguntarse: ¿Es posible que todas las gallinas sean voladoras y que ni ellas mismas lo sepan? O puede que, como a veces nos pasa a las personas, muchas de ellas intuyan que tienen dentro de si mismas la llave a una vida más libre aunque menos estable. Puede que algunas gallinas decidan ignorar este impulso pero otras, como también nos pasa a las personas, sencillamente no pueden quedarse en tierra.
* Jon Fernández (Iurreta, 1988 ) es psicólogo
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