BÁSICA MENTE | Jon Fernández | ¿Por qué queremos controlar lo que está fuera de nuestro alcance?
Jon Fernández
Días atrás leí en la revista National Geographic un artículo bastante extenso sobre el atún rojo. En este reportaje se describían sus patrones de migración, se hablaba sobre su dieta y, entre otras muchas cosas, se comentaba que para seguir respirando, necesita estar siempre en movimiento.
| SIEMPRE EN MOVIMIENTO | Se me ocurrió después que yo conozco a mucha gente que sin tener branquias también se ahoga cuando para. Entre ellos un servidor. He tenido que reposar unos días por un típico resfriado de estás épocas tan turbulentas climatológicamente hablando, y lo he pasado mal. El sofá es cómodo un par de horas, pero se vuelve incómodo en la medida en que nuestra mente comienza a cuestionarse por qué estás ahí tirado cuando (supuestamente) podrías estar haciendo una cantidad de cosas súper útiles para la humanidad.
Y todo esto tiene que ver con “la ilusión del control”, como bien dice la Tortuga Maestra de ‘Kung fú Panda’. Vivimos en una época en la cual podemos llegar a sentir que realmente controlamos todo lo que nos rodea. Pero ojo, poder consultar el tiempo que va a hacer dentro de tres días a las 17 horas y 33 minutos de la tarde en Pekín, no significa que tengas ningún poder sobre el clima. Poder saber si una persona te ignora o no en el Whatsapp, no significa que puedas hacer que esa persona te aprecie.
| LA ILUSIÓN DE CONTROL | Nuestra sociedad favorece esa falsa sensación de control sobre todas las cosas. Estamos intentando reducir la incertidumbre a cero. Eliminar el factor sorpresa de nuestras vidas. Tenerlo todo atado y bien atado. Puede parecer que así nada malo podrá sorprendernos a la vuelta de la esquina, pero esto no es real. Más bien, nos estamos condenando a vivir con miedo a que nos pase algo que no estaba previsto y a tener que improvisar. Miedo a salirnos de nuestras mentes y a tener que aterrizar en una tierra imprevisible, pero que es real. Que asusta pero también emociona.
Gastamos una energía preciosa intentando ponerle puertas al campo. La podríamos emplear en las cosas que realmente sí podemos controlar, porque no vivimos en un mundo que esté completamente fuera de nuestra influencia. Hay cosas que sí podemos hacer:
Nunca podré controlar un huracán, pero puedo hacerme una casa de ladrillo en vez de madera. No puedo acelerar mi recuperación de una enfermedad, pero puedo decidir ser mi prioridad absoluta, mimarme y volcarme en mi salud. No puedo ponerle moqueta al mundo para que no duela, pero puedo ponerme zapatillas.
* Jon Fernández Sánchez (Iurreta), psicología humana.
